Si consideramos que algo está mal, la usamos… Aunque no sea esta expresión demasiado empleada en nuestro hablar actual, posiblemente porque los hechos que la motivaron son ya bastante antiguos.
Rememoran efectivamente, la desastrosa actuación de un torero en un espectáculo taurino de hace ya muchos años. Y tan desastrosa hubo de ser para que perdure con la expresión, memoria de ella…
Joaquín Rodríguez Ortega era un matador de toros sevillano, gitano, por más señas, nacido en 1903. Se caracterizó durante toda su carrera por alternar grandes éxitos con verdaderas genialidades con sus conocidas “espantadas”. Una de ellas, posiblemente la más conocida, la dio precisamente en la localidad manchega de Almagro, en la provincia de Ciudad Real, el 26 de Agosto de 1927.
De tales características fue la “bronca” del público asistente aquella calurosa tarde de verano, ante la desvergüenza, descaro y zafiedad del torero que fue necesaria la actuación de las fuerzas de orden público, y a tales llegaron los disturbios que hubo de intervenir hasta un destacamento del ejército.
Aun así, el publico entre exaltado, irritado y posiblemente con algunos índices de alcohol por encima de lo normal, llegó en su arrebato, a quemar la plaza de toros.
También es de tener en cuenta, que Cagancho era un artista, sobre todo, según cuentan con el capote, suerte que dominaba y con la que se recreaba, consiguiendo verdaderas actuaciones memorables.
Auténticos paradigmas. Había de todo en él.
Desde la viñeta de un periódico, en la que se veía un ratón en la celda de una cárcel que decía… – Domingo, las ocho y Cagancho sin llegar…
Hasta algunos comentaristas taurinos que se expresaban así: No hay duda, está tocado por el dedo de la Gracia Divina para el toreo.