Los besos no hacen muchachos, pero tocan a vísperas.

Encontré en un libro muy antiguo esta expresión, que puede resultarle ahora exagerada a una parte de los lectores, efectivamente, pero que parece que fue en su momento de cierto uso. El hecho de comentarla puede resultar ahora hasta anacrónico, y es que cuando decimos: – Cuanto han cambiado las costumbres – en realidad no pensamos en la verdadera profundidad de lo que queremos manifestar.
Trata el sentido de la expresión, sin duda, de la afectividad entre los sexos, es evidente, y también de sus consecuencias, por supuesto, pero queda claro en ella no ya tanto esa realidad evidente, si no lo que suponían en tiempos pasados sus efectos con resultados a veces no deseados, pero casi irremediables. Era así mismo una advertencia de lo pecaminoso que podía resultar el besarse, cosa que hoy entendemos muchos, que pueda resultar incluso exagerado.
Es un hecho histórico, llegaba a los Reinos de España el nieto de los Reyes Católicos, Carlos, el hijo de Juana de Castilla la heredera del Reino, ya que había fallecido Isabel, la Reina Católica. Fernando su marido y su viudo ahora, no congeniaba con su yerno Felipe, es decir el marido de la loca, aquel primer “granuja” no se entendía con su suegro. Y como Rey de Aragón, pensando que podría ocurrírsele hasta quitarle su propio Reino, se había casado con objeto de impedirlo, con Germana de Foix, una muchachita francesa con 18 años.
Y llega en 1517 Carlos el nieto a España, a Valladolid exactamente, y la encuentra allí…. Y era natural, el mozo tenía 19, ella 28, y además era la única de la Corte que hablaba francés, y se besaban, claro, que se besaban, ya que eran nieto y abuelastra, es decir la viuda de su abuelo. La verdad es que después parece ser que se entendieron en bastantes más cosas que en francés, y parecía natural.
Sin duda, fue posiblemente el secreto mejor guardado de la Historia y con seguridad que no solo por besarse, pero el resultado fue, eso sí, un muy singular, enigmático y difuminado personaje que vivió, profesó y murió en un Convento de Madrigal de las Altas Torres.

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