Esta es una expresión muy conocida, tanto, que hasta puede ser considerada una figura legal, hoy en desuso efectivamente, pero que se empleó antiguamente en forma jurídica. Era sinónimo de Derecho de Asilo.
Aunque en su primaria acepción la palabra era – antana -. Y así era conocida en la “jerga” de “germanías” consistente en la forma que tenían de hablar entre lo penados, con objeto de que sus carceleros no se enteraran de las conversaciones.
Antiguamente el llamado – Refugio en Sagrado – o también llamado Derecho de Asilo consistía en que si algún perseguido por la Justicia Ordinaria, conseguía refugiarse en cualquier Iglesia, no podía ser detenido.
Tenemos un ejemplo histórico de ello muy característico en los hechos ocurridos cuando fue a detenerse a Don Fernando de Valenzuela y Enciso.
¿Qué quien era este señor? Pues otro sinvergüenza de los tantos habidos en la historia de España…
Hasta aburrido resulta. Se le llama ahora, el – Ultimo valido – y lo fue de Doña Mariana de Austria, madre y regente de Carlos II último de los Austrias, allá por los años centrales del Siglo XVII. Entonces le llamaban: el – Duende de Palacio -, por sus grandes y picarescas habilidades.
Un golfo, que se había hecho con la voluntad de la Reina y la manejaba políticamente con habilidad suficiente para sus “non santos” fines. Y con suerte, pues en un accidente de caza le lastimó levemente el propio Rey y lo nombraron Grande de España… Y esto ya… Pues que no. Ladrón… bueno, pase, pero con honores… ¡Estaría bueno! De ninguna manera.
Se refugió el muy pillo en el Monasterio del Escorial, lo que se decía entonces en Sagrado, pero dos aristócratas el de Alba y el de Medina Sidonia lo sacaron para juzgarlo y aunque no pudieron condenarlo a muerte, lo desterraron a Filipinas.
Ahora ciertamente, es curioso, los dejamos en cárceles catalanas, mucho más cerca, y naturalmente, pues, vuelven enseguida.