En ocasiones queda hasta simpática esta expresión, aun cuando su sentido no es complaciente, ya que lo que estamos expresando con ella es que a quien se la dedicamos, parece ser que pasa por incauto, ingenuo y hasta demasiado inocente.
Tiene en nuestra comunicación verbal actual bastante uso, y la dedicamos aquellas personas, que o bien por ingenuidad o despreocupación parecen ser sorprendidos, a veces hasta en su buena fe, por otros qué aprovechándose de ello, en ocasiones abusan de su benignidad.
Naturalmente que tiene, como la mayoría de las expresiones que usamos, un origen definido, y muy interesante ya que alude a unos hechos históricos perfectamente definidos, aunque ciertamente tristes, y desde ellos ha quedado como sinónimo de incauto y así se ha prendido al idioma.
Los hechos son conocidos. Recordémoslos:
Madrid últimos días de abril de 1808. En el Palacio Real de Madrid, permanece el Infante Antonio Pascual de Borbón. Hijo del fallecido Rey Carlos III, y por tanto hermano del actual Carlos IV. Se encuentra solo en Palacio ya que el propio Rey, y también su hijo el Príncipe de Asturias, el que sería Rey, o ya casi lo era, Fernando VII, se encuentran de viaje ante la imperiosa llamada de Napoleón para reunirse ambos con él en Bayona.
La situación política era muy compleja, puesto que el Rey Carlos IV, había abdicado en favor de su hijo Fernando, obligado como consecuencia del chantaje provocado contra su gobierno al mando de Godoy, en el Motín de Aranjuez, pero primordialmente perturbada por la presencia de tropas francesas consecuencia del Tratado de Fontaineblau.
El General Murat, al mando de las tropas francesas acuarteladas, manda un escrito al Representante de la Junta de Gobierno, el Infante Antonio Pascual, que encabeza como era entones costumbre, cortesía y protocolo.
Señor Primo.
Ni que decir, qué ante la salida de Palacio de los otros infantes y el resto de la Familia Real, un cerrajero de oficio llamado José Blas de Molina encabezó con aquel conocido grito… ¡Qué se los llevan…! Uno de los acontecimientos más trascendentes de nuestra Historia. El 2 de Mayo.