Dorar la píldora

Tiene esta expresión que formulamos a veces varios sentidos en nuestras conversaciones. Uno de ellos puede ser: Decir alguna verdad a nuestro interlocutor de forma suave, con sutileza, delicadeza y hasta deferencia tratando de no herir su susceptibilidad. Es decir – Dorándole la píldora – delicadeza y hasta deferencia tratando de no herir su susceptibilidad. Es decir – Dorándole la píldora –
Y la frase, ¿Donde tiene su origen?
Naturalmente, en que de siempre los medicamentos han tenido un mal sabor, amargos, ácidos, llegando en algunos casos a ser muy desagradables, incómodos y hasta penosos de tragar. De ello que los boticarios antiguos, como lo hacen actualmente las internacionales farmacéuticas, los recubrieran, entonces, con alguna sustancia de sabor azucarado y modernamente con una película inocua que lo envuelve y hace más fácil tragarlos.
¿Que personaje sabemos que “Doraba la píldora al Rey”?
Es claro, un redomado sinvergüenza. Antonio Pérez, que lo hacía con su señor. Felipe II. Intentando, por supuesto siempre, tratar de influir negativamente en el ánimo del Rey, la figura de su hermanastro, Don Juan de Austria.
Parece ser que, el hecho de la llegada a España de la persona de confianza de Don Juan, que en ese momento se encontraba en Flandes, podía descubrir sus falsedades, y hasta se piensa que pudiera mandarlo matar. Escobedo se llamaba aquel buen hombre.
De las investigaciones resultó simplemente, que el Rey lo mandó detener. Pero sabemos, que el indecente huyó refugiándose en Aragón donde entonces sus fueros impedían volverlo a detener y a juzgar.
Después, el desvergonzado salió de España, no conocemos con que ayudas, para desde el extranjero escribir todo tipo de calumnias que fueron naturalmente aprovechadas por nuestros “Amigos de siempre” los flamencos, para montar lo que hemos conocido siempre como la llamada:
– Leyenda negra –

Comparte:

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *