Dolor de esposa muerta, dura hasta la puerta.

Puede parecer en principio, hasta algo despiadada esta expresión.
¿Será verdad? Reconozcamos que comenzó a emplearse hace muchos años, casi 500, precisamente cuando un pueblo se encontraba apenado por la desaparición de este mundo de uno de sus más esclarecidos, magníficos e irrepetibles personajes, su Reina Isabel de Castilla. Y la pronunciaban entre, con amargura y desengaño tantas gentes de bien, al contemplar como su marido, con el que había compartido la fallecida aquel “monta tanto” en lo político y así mismo en lo personal, volvía en menos de un año, a contraer matrimonio, ahora con una jovencita de 18.
Parece natural, entonces eran tiempos de gentes, posiblemente menos cultas pero más sensibles a los afectos humanos, aunque podría ser solo a su exteriorización.
Fernando de Aragón el marido, tiene en el momento del fallecimiento de la Reina, 54 años. Ahora, puede corresponder esa edad, a la de cualquier varón de más de 70.
¡No se hable más!… Diría actualmente cualquier inculta feminista convencida, olvidando de manera intencionada que entonces, como ahora, el mundo biológico, y solo él, está regido por la actividad de unas hormonas de signos diferentes, que naturalmente han de estar moduladas por la afectividad, el respeto y consideración que han de regir, no solo estos, sino todos los comportamientos humanos, derivados simplemente de nuestra racionalidad. Suelen acompañarse, los dos conceptos, pero es peor ser tonto que inculto, ya que esto último se puede subsanar.
En el caso del Rey Fernando, “parece” que no se trataba “solo” de la testosterona, había más cosas, y una de ellas era que su “querido” yerno Felipe, el marido de “la loca” precisamente, lo que le estaba tocando, eran los órganos productores de la hormona, y pensó que como Aragón, que era su propio Reino incluyendo Nápoles, pretendía quedárselo, además de Castilla, pactó con el Rey de Francia la boda con su sobrina.
Era, el Tratado de Blois. ¿Intereses? Puede ser, puesto que a veces están hasta por delante de las propias hormonas.

Comparte:

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *