¿Quién no ha usado esta expresión conociendo a un padre y a su hijo?
Estamos claramente hablando de genética, y tratamos de explicar con ella como se heredan los caracteres biológicos a través de las generaciones. Es simplemente eso.
Empíricamente se conoce desde siempre. Era natural, los hijos en algunos de sus rasgos, peculiaridades, incluso aspectos se suelen parecen a sus padres, pero fue desde mediados del siglo XIX, cuando un monje agustino llamado George Mendel, investigando con guisantes puso en marcha la estructura de lo que conocemos como herencia genética, es decir el área científica que la detalla y estudia.
Posiblemente sea el campo científico donde se han dado los más sensacionales avances, hasta llegar en el año 1990, a conseguir secuenciar el genoma humano, como máximo logro actual.
Pero no hay duda de que al usar la expresión, ya se manifestaba con ella que desde siglos atrás, ese conocimiento estaba en las mentes de todos.
Históricamente, ha sido naturalmente siempre así, y a través de los siglos han existido casos muy singulares y característicos, tanto para lo bueno, como al contrario, sin duda.
Por ejemplo en el caso de las grandes similitudes de padre a hijo, tenemos a Fernando III “el Santo” y a su hijo Alfonso X “el sabio”. Dos excelentes modelos de moderación, templanza, humanidad, mesura y todo tipo de virtudes. Características que pertenecían al padre y pasaron al hijo.
Muy al contrario, también tenemos ejemplos, y precisamente más actuales y desde luego mucho menos admirables.
Abuelo.- Manuel Iglesias Ramírez, Villafranca de los Barros (Badajoz) 1913 – Rascafria (Madrid) 1986. Condenado a muerte y conmutada la pena por 30 años de prisión de los que cumplió 5. Padre.- Javier Iglesias Peláez, Perteneciente al grupo terrorista FRAP, con 11 policías y guardias civiles asesinados. Nieto.- Político actual, apodado “Marques de Galapagar”.