Cuesta abajo, todos los santos ayudan

Que carga tan importante de veracidad y realismo lleva en su esencia esta expresión. Al pronunciarla damos a entender que efectivamente, cuando las condiciones son favorables para la consecución de cualquier fin, es indiferente el Santo a quien nos encomendemos para pedir sus favores. Cualquiera valdrá.
En su fondo, entraña cierta incredulidad en la eficacia de la ayuda solicitada, aunque podemos entender también, que la inercia de los acontecimientos favorables, ayudan por sí mismos, a la consecución positiva de lo que necesitamos conseguir para cualquier éxito.
Serían muchas las coyunturas de verdaderos éxitos históricos que se han producido por la conveniente consecución, en ocasiones encontrada accidentalmente, aunque también en otras haya podido ser realizada con una preparación suficiente, inteligente o abnegada.
Una de estas coyunturas históricas no tan alejada en el tiempo, es nuestra Guerra Civil del año 1936 al 39.
Dependiendo desde que bando contrincante, se la nombre tiene, por tener, hasta distintos nombres. Es lo de menos.
Podemos llamarla: Alzamiento Nacional, o Golpe de Estado de las Fuerzas Armadas contra el Gobierno de la Segunda República.
En realidad, solo dos bandos en conflicto.
La consecución favorable y evidente para un bando, pueda ser comprendida por una preparación adecuada del vencedor, es posible. Aunque en este caso, sin ninguna duda podemos convenir, que la conclusión final, y su desenlace, se produjo fundamentalmente, por la desastrosa y desafortunada actuación del otro bando.
¿Qué los Santos ayudan? Puede ser.
Pero si no hacemos las cosas bien… ¿?¿?
En cambio, realizando todos nuestros actos adecuadamente, con rectitud, adaptándolos a la Ley, a la ética, a la caballerosidad y hasta a la virtud, seguro entonces, que cualquiera que sea el Santo, todos nos ayudarán.

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