Se repetía mucho la frase, en tiempo de los Católicos. Allá por los años 1400 y pico.
No hay duda, de que el éxito de cualquier mandatario está determinado en gran parte por las influencias positivas que reciba de unos buenos consejeros. Los problemas son vistos más objetivamente desde fuera del conocido “olor a incienso” que aún a veces sin querer, domina el espíritu de cualquier gobernante.
Si existe a lo largo de los siglos un tiempo de gobierno excelente, sin dudarlo, ese puede ser, y de ello el gran recuerdo que se tiene de él, al de la Reina Católica. Isabel de Castilla.
¿Y gracias a que? Pues simplemente a que supo rodearse y asesorarse de las tres mujeres más importantes de aquel momento político que representaban: La prudencia, la santidad y la cultura de aquel tiempo.
Beatriz Fernández de Bobadilla, Teresa Enríquez y Beatriz Galindo.
La cultura en estado puro en la persona de Beatriz Galindo, llamada “La latina” personaje trascendente por ello. La santidad en la figura de Teresa Enríquez a la que llamaban “La loca del Sacramento” fundadora de gran parte de la Cofradías de Semana Santa de las más importantes ciudades españolas, y por supuesto la prudencia y buen juicio de “La Bobadilla” que como dice la frase, siempre permaneció junto a la Reina.
Tanto, que hasta cuentan las crónicas que en las guerras de Granada, en cierto momento en la toma de la Ciudad de Baza, estuvo a punto de morir acuchillada por un moro, que había entrado al campamento cristiano pidiendo entrevistarse con los Reyes, para traicionando a los suyos, ofrecerles facilidades en el asedio. Parece ser que el Rey dormía la siesta y lo introdujeron en una sala donde se encontraba Beatriz departiendo con otros caballeros, y dice el cronista que: -al ver que a ella le ofrecían gran “acatamiento”- la confundió con la propia Reina intentando matarla.
Aconsejándola personajes tan admirables ¿Cómo no iba a ser adecuada y correcta la gestión de la Reina? Claro que sí, por supuesto.