Bajar la caña

No parece existir duda de que esta expresión como tal, ha de tener su origen en el movimiento que realiza el carretero ante los bueyes, consistente en que con la denominada pica, caña o vara, con un pincho en su extremo, hostiga y fustigar al bajarla desde su hombro a los animales, colocándola por encima del yugo.
Su sentido habría de estar lógicamente, relacionado con el posible castigo que los animales puedan recibir con ella.
No tomó forma esta expresión histórica en el idioma, hasta los principios del Siglo XIX, cuando el pueblo comenzaría a pronunciarla para definir la actitud de Napoleón Bonaparte, al poner en marcha la masiva, bárbara y hasta despiadada invasión de nuestro territorio.
Nuestro General Castaños, había detenido a una parte del ejército francés en la Batalla de Bailen en el año 1808. Se trataba claramente, de la primera derrota, de la invencible hasta entonces, tropa napoleónica.
Y el pueblo español la pronunciaba al querer con ella definir la represalia del Emperador. Diciendo: – Napoleón ha bajado la caña.- intentando expresar con ella lo desmedido y brutal de la consecuencia.
Llegó a España la célebre “Gran Armée” es decir el mayor ejército multinacional hasta el momento conocido, compuesto por 350 a 400.000 hombres, veteranos y curtidos en las guerras de toda Europa. Armados y pertrechados magníficamente, con excelentes mandos y extraordinaria moral de victoria.
Hasta casi 200 años después no existiría una fuerza militar semejante, que sería la Wehrmacht alemana, que como aquella Gran Armee, de no ser porque hubo de dispersarse para mandar efectivos al frente ruso, hubiera con seguridad conquistado el mundo.
Efectivamente, Napoleón Bonaparte – Bajó la caña -. Pero no olvidemos su frase, terminada aquella guerra:
– “Esa maldita guerra de España ha sido mi perdición” –

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