A nadie la lluvia le ha roto un hueso

Suele pronunciarse esta expresión cuando comienza a llover, y la gente corre alocadamente a refugiarse como si lo que cayera del cielo fuera acido corrosivo.
Nuestro Rey Carlos III, comenzó a reinar en España en 1759 y lo hizo hasta su muerte en 1788. Era el cuarto la Dinastía Borbón, el primero había sido Felipe V, que reinó desde 1700, durante 46 años, el segundo Luis I, que lo hizo solamente durante pocos meses ya que murió de viruela, el tercero Fernando VI que reino del 1746 al 59, y el cuarto él.
Un magnífico Rey en todos los sentidos, pero sobre todo en el municipal.
Era tan aficionado a la caza que prácticamente salía un rato todos los días al campo, incluso lloviendo. Tanta era su afición.
Siempre expresaba esa frase, ante esas alocadas prisas que todo el mundo iniciaba cuando comenzaba a llover, que entonces podían estar justificadas por el miedo a que se mojaran las pelucas, que por aquellos años se estilaban y usaban.
Pero que incluso ahora sigue ocurriendo, aunque casi nadie lleve peluca, sin embargo, la gente corre alarmada cuando comienzan a caer, mínimamente “cuatro gotas”.
Decía él: A nadie, que yo conozca le ha roto un hueso… la lluvia.
Años después se puso de moda otra expresión de similar significado: – Del cielo el agua, ni rompe huesos ni descalabra –
Se popularizaron mucho cualquiera de las dos, y aunque no demasiado, a veces las usamos. Recordamos aquel Rey por buen mandatario y hasta más, por buena persona.

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