Es interesante y hasta llamativo que, al querer manifestar de alguien, que por algún motivo no está pasando desapercibido en cualquier situación, digamos de inmediato: “ Está dando la nota “
Parecería que esto de la “nota” podría ser algo relacionado con la música, y de hecho puede ser, ya que efectivamente lo acostumbrado es qué el director en los conciertos suela ofrecer el llamado “tono” al solista.
Aunque en verdad, coloquialmente lo conocemos como ese deseo constante de algunos individuos en destacar sobre los demás. Lo que en ocasiones lleva a realizar actos a veces hasta disparatados.
Repasando nuestra Historia, encontramos situaciones personales qué ante interpretaciones políticas de ambiguos y problemáticos derechos, llevan a tomar decisiones de muy discutida y problemática legalidad.
Una de ellas fue la de Don Carlos María Isidro de Borbón, Infante de España.
Hijo segundo del anterior Rey Carlos IV y de su esposa María Luisa de Parma, hermano por tanto del Rey Fernando VII, llamado el felón, y su sucesor en el Trono de España, según la Ley Sálica implantada en España.
El felón no deja a su muerte después de cuatro matrimonios, ningún descendiente masculino, pero por una Pragmática anterior que desautoriza la Ley Sálica, una mujer puede acceder a la Corona Real.
Haciendo valer lo que considera sus derechos sucesorios, Don Carlos Isidro se niega a reconocer a su sobrina Isabel, auténtica heredera, motivo por el que estallan las llamadas guerras carlistas.
Aunque en realidad, esto puede ser solo, el motivo aparente de las guerras. Su realidad está en que existan como siempre, dos bandos contendientes con dos diametrales formas de entender la política y en general la vida.
Tradicionalismo cercano al absolutismo y estrecha relación con la Iglesia. En una palabra: Dios Patria y Rey, contra liberalismo.
¿Es admisible que se tengan que resolver estos humanos conflictos, con tantos miles de muertos y tantas tragedias humanas?
Pues sí, parece que ha sido así durante siglos.