Tiene ciertamente enjundia esta expresión, posiblemente pueda ser por el hecho de que nos llega del mundo de la tauromaquia.
La montera es la prenda de cabeza que se usa en el traje de torero, también llamado traje de luces. Se trata posiblemente del más personal de sus accesorios, y hasta uno de los más apreciados. Muy raro ha de ser el diestro que no guarde como un tesoro su montera muchos años, aún después de retirado de los ruedos.
Con ella calada en la cabeza, el torero hace el “paseíllo” para saludar al Presidente y con él al público, que aquí recibe el nombre de “respetable”. Luego antes de comenzar la faena, se la hace llegar a quien brinda el toro, y si es al público, la deja en el centro del ruedo.
Queremos decir con la expresión algo así, como que cuando las cosas se hacen – poniéndose el mundo por montera – es simplemente sin atender las razones de nadie, sin importarnos absolutamente nada lo que digan los demás. Hasta puede ser, que llegue a tener cierta similitud con lo que ha de realizar el torero, atreverse, arriesgando su vida, para solucionar con acierto la muerte de la fiera.
En realidad, nosotros ahora cuando la empleamos, es más para señalar no importarnos absolutamente nada de nadie.
Particularmente, en aquel bachillerato en el que nos enseñaban Historia con mayúsculas, me llamó siempre mucho la atención que los dos gobernantes de España y Portugal, – Se pusieran el -mundo por montera- así como suena, y firmaran un Tratado repartiéndoselo.
Lo firmaron en Tordesillas, y decía que: Trazando una línea en el Océano Atlántico, del Polo Norte al Sur, que pasaba a 370 leguas al Oeste de las Islas de Cabo Verde, la derecha era para uno y la izquierda para otro…
Siempre, desde mis años jóvenes de entonces he considerado que eso, eso precisamente, era -ponerse el mundo por montera-
Bueno, pues la UNESCO le concedió en el año 2007 la distinción nada menos que ser: PATRIMONIO DE LA HUMANIDAD.