Agua va…

Afortunadamente hemos olvidado su empleo, y por supuesto, sus consecuencias.
Subsistir de aquella manera era la norma de entonces, nosotros ahora podemos hasta no entender aquellas circunstancias, aunque hemos de conocer, desde nuestra actual comodidad, que eran habituales esas prácticas. Así se vivía.
El alcantarillado, las conducciones de aguas residuales, y hasta la llegada del agua corriente a los domicilios… Ni nos paramos a pensar ahora, que son progresos casi actuales.
¿Durante cuánto tiempo subsistieron nuestros ascendientes en condiciones que ahora nos parecen tan adversas?… Siglos.
Advirtamos, sin embargo, su contrapunto: En el año 1780 contaba ya Madrid con una población de unas 150.000 personas. No llega a 300 años.
Los cerdos y toda clase de animales andaban sueltos por las calles, que eran areniscas y polvorientas en verano y barrizales en invierno. Se amontonaban en ella los excrementos. Generalmente por la noche, y arrastrado por una mula, se pasaba sobre ellas un tronco tomado de sus extremos por dos cadenas, que de esa forma amontonaba las inmundicias.
Aquel servicio era llamado “la marea”.
Se iniciaba con Carlos III, la modernidad. Era el progreso, la mejora, el desarrollo. El pueblo sin embargo, veía con agravio no poder llevar sombreros que cubrieran el rostro o usar capas largas que disimularan la espada. ¡Un verdadero agravio¡… Como todas esas nuevas medidas…
¿Quién quiere esos estúpidos adelantos? Hagamos un Motín… y se hizo.
Parece, que las pruebas de sus instigadores fueron contundentes, y de ellas que se expulsara a los Jesuitas. ¿Nos parece ahora tan exagerado en política?… Aquello de: – Por el pueblo, pero sin el pueblo.

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