Cuanta sabiduría encierra esta expresión. Nos deja muy claro una de los más importante principios que rigen la economía en general, y por supuesto derivada de ello, la vida en común del género humano.
Define en tan pocas palabras una universal ley que se llama, y es tan conocida como la de: Oferta-Demanda, que efectivamente gobierna los conceptos de la economía.
Dice el Diccionario de la palabra – Precio – que es, el montante económico en el que se estima algo. Es decir, una contraprestación dineraria que a través de los siglos las distintas civilizaciones han modulado con respecto a dos factores conocidos: Oferta y Demanda, ya que cuando uno lo aumenta, el otro lo disminuye y viceversa.
Aunque esto que es una realidad ineludible, no ha de confundirnos con respecto a otra dimensión del mismo tema. Olvidando otra expresión sabia que nos dice: – Siempre habrá un necio que confundirá valor con precio-.
Apartándola, pero sin olvidar su esencia y la verdad que entraña, pensemos en que ha sido casi siempre el precio, en general, lo que ha movido el mundo y lo sigue haciendo. Puede que hasta sea una seña de identidad de nuestra racionalidad.
Entendamos por ello ahora, aquella competición de peligrosos viajes a lejanas y desconocidas tierras tratando de conseguir algo que tenía entonces tanto valor económico como el propio oro. Era la búsqueda de las llamadas “especies”, que llevaron por sí mismas, a la consecución de hazañas españolas verdaderamente inconcebibles como fueron los viajes de Colon, de Magallanes, y posiblemente de algunos otros desconocidos, al tratar de emular los de Vasco de Gama por parte de Portugal.
¿Nada más, que un mono? Pues no. Racional, y muy racional, es decir poniendo siempre los medios para conseguir resolver necesidades, eso sí, atendiendo siempre a lo eterno. Oferta y Demanda.
En el fondo siempre dinero.