Puede hasta parecer intrascendente esta expresión, pero tiene lo que podríamos decir su “miga” en el sentido figurativo.
Significa simplemente que algo o alguien, al no estar en el lugar esperado, habitual, o acostumbrado, puedan parecer solo por ello, más notorio.
Los antiguos romanos, como ahora parece que lo hacen en Norteamérica, tenían la costumbre de mostrar en los actos fúnebres retratos del difunto, pareciendo de esta manera reflejar más su ausencia.
Un autor francés, llamado André de Chenier precursor del romanticismo en Europa, que se hizo célebre aparte de por su gran obra poética, por morir guillotinado en la Revolución francesa, acuñó la frase en ese sentido, poniendo de manifiesto que efectivamente, puede distinguirse o alguien por su falta. Aunque ahora también la empleamos cuando incluso asistiendo, participa poco o nada en lo relacionado con lo que allí en ese momento se esté realizando… ¡Brilló por su ausencia!
¿Cuántas veces habrá ocurrido sin querer, esta circunstancia a lo largo de la humanidad? Pues miles y miles de veces… Pero naturalmente ocurre que también conociéndola se ha empleado en muchas ocasiones de manera intencionada.
Cuentan las historias de los grandes teatros, el Real de Madrid o el Liceo de Barcelona que los abultados presupuestos que los sufragaban eran mantenidos en gran parte, por los elevados, y a veces hasta exagerados precios que suponía mantener sus palcos. Por supuesto más allá de las apetencias y gustos de personajes acaudalados de la sociedad, también para que en grandes y señaladas ocasiones, y sobre todo, por qué con la presencia de los titulares de la Corona, pudiera estar el palco, – vacío -.
También era naturalmente por ello asunto secreto, tanto o más que por seguridad, la agenda real, para que no pudiera considerarse descortesía.
Cómo se ven ahora de anacrónicas y hasta de estúpidas aquellas antiguas prácticas ¿verdad?
¿O resulta, que para algunos?.. – No tanto -.