Es una expresión interesante esta, puesto que existiendo otra muy similar que es: – Andar pisando huevos- que parece en realidad decir lo mismo, o sea andar con lentitud, con cierta tardanza incluso aturdimiento y hasta inseguridad. Cuando se le formulan a alguien no quieren en absoluto decir lo mismo.
Con la de –pisando huevos- rememoramos que antiguamente las gallinas en sus corrales solían estar sueltas y ponían los huevos a falta de nidales apropiados en cualquier rincón en el suelo, y el que se movía por ese sitio cuidaba de no pisarlos, es decir andaba despacio y con cuidado.
Sin embargo, es diferente cuando le decimos a alguien que anda con pies de plomo, puesto que con esta expresión lo que queremos dar a entender es que existen posibilidades de que pueda ser engañado, y que por ello extreme las precauciones.
En nuestra historia actual no, pero sí en la contemporánea existió un personaje tremendamente discutido ahora: Francisco Franco, que gobernó desde el año 1939, recién terminada una de las más importantes tragedias de la historia de este País, nuestra Guerra Civil. Se había alzado en armas, según decía, no contra la República, sino contra el odio que provocaba la anarquía y los desmanes llevados a cabo por los Partidos Políticos que formaron el llamado “Frente Popular”, que las autoridades del Gobierno no supieron dominar. Estableció un Régimen autoritario, presidencialista y dominante, que mantuvo durante nada menos que cuarenta años. Tendría ahora monumentos en todas las esquinas del País de no haber sido así, y haber iniciado entonces un tiempo democrático.
Meses después de iniciado su mandato, estallaba la Segunda Guerra Mundial, que a no ser por la intervención de Rusia y Estados Unidos, Alemania hubiera ganado, sin duda ampliamente y en poco tiempo.
A Franco alguien debió decirle… Anda con pies de plomo.
Y aunque todo parecía, por agradecimiento, simpatía, afinidad de ideas y entendimiento, que España participaría en ella, no lo hizo. No sabemos lo ocurrido en Hendaya, pero hemos de agradecerlo.