Dícese de las circunstancias que pueden llegar a producir un importante desorden social, sobre todo cuando tiene un origen religioso.
Con la llegada a la Hispania romana de los visigodos, gentes procedentes del norte de Europa, llegaron las ideas religiosas del arrianismo, que se contraponían a las cristianas imperantes aquí. Consistían estas en considerar que la figura de Jesucristo, al ser hombre, no podía ser Dios.
Fue considerado como una herejía, por el hecho de negar las tres personas de Dios, y era muy mal admitido por los cristianos, llegando a producirse auténticas tensiones sociales que enfrentaban a importantes grupos de personas, colectividades, incluso familias.
En las Iglesia cristiana, el Dogma de la Santísima Trinidad dice que Dios como ser único, está representado en tres distintas personas. Padre, Hijo y Espíritu Santo.
Los arrianos pensaban que no. Que Jesucristo como hombre no podía considerarse Dios. Y hasta existía otra herejía, en aquellos tiempos, la de los que simplemente lo consideraban hijo adoptivo de Dios, los llamados, adopcionistas. Ideas estas que defendió incluso un tal Elipando Obispo de Toledo, que condeno como tal, el Concilio de Nicea en el año 787.
Se organizaron en aquellos tiempos tan importantes líos, pendencias, confusiones, desordenes, enfrentamientos y hasta guerras, y de tales trascendencias que:
De ellos viene, la frase y el dicho