Existe un juego muy antiguo que practicaban griegos y romanos y hasta civilizaciones mucho más antiguas. Consiste en tirar de ambos lados de una cuerda, por uno o varios jugadores que intentan desequilibrar y así vencer al contrario.
¿Deporte o juego?
En realidad es lo mismo, aunque sabemos que fue en su momento deporte olímpico.
Desde la Edad Media en algunas regiones españolas durante sus festividades anuales, una diversión más de ellas consistía en este juego y para realizarlo con mayor realismo se suele poner en el centro de ambos contendientes una charca con barro, con objeto de que el perdedor quede al ser arrastrado a ella en una posición humillada a cuatro patas y dentro del barro.
En eso consiste el juego, llevarse al contrario al centro, al barro, rendido y como un gato, a cuatro patas.
Animal que por otra parte, no suele gustar mucho del agua…
Y ese es el origen de la expresión, aunque como parece natural hizo fortuna su empleo refiriéndose durante siglos al ganador del juego, así ha llegado hasta nosotros, y con ella definimos ahora naturalmente, otros muchos éxitos que no son, por supuesto el del muy célebre juego de la “cuerda”, de donde procede.